Y el miedo al mundo se tornó en extrañeza.
Extrañeza por estar saboreando
este aire resobado.
Una luz insolente baña todo objeto inanimado
sin permiso, descubriendo en ellos vergüenza
al no hallarse donde deberían;
aunque tampoco saben donde deberían estar.
Les cuesta entender que hay algún error de existencia
en el espacio-tiempo.
Mientras, las palabras que me rodean
bailan con aires de locuacidad
sin llegar a ser comprensibles,
y por si fuera poco apestando a incoherencia.
Los absurdos se los traga bien el espíritu,
a veces incluso con humor;
no así las incoherencias
y menos aún a destiempo.
*foto de uno de los espacios escultóricos de Juan Muñoz.
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