Cuando uno es bimortal disfruta siempre de la tranquilidad de que tiene dos vidas para gastar: véase la vida que se está disfrutando en el momento, y una vida de reserva, un comodín. La segunda vida sirve como herramienta de adaptación al medio cambiante y de revolución o reacción a las nuevas variables.
A diferencia de un inmortal, la existencia de un bimortal puede terminar en cualquier momento, ya que el poder de la bimortalidad se manifiesta en momentos críticos y se alimenta de la voluntad de cambio del moribundo, sin la cual perecerá como un mortal común.
Podría decirse que, al contrario que en la teoría darwiniana, no es el más fuerte el que sobrevive , sino el bimortal más voluntarioso. Sobra decir que en cuanto el ser bimortal comienza a consumir su nueva vida revolucionaria, ésta se convierte en la actual y por tanto su organismo genera automáticamente una nueva vida comodín.
Sin embargo se ha demostrado que se da una atenuación de las capacidades de la bimortalidad en dos casos opuestos: El potencial revolucionario de estas nuevas vidas de repuesto se reduce considerablemente conforme aumenta el número de muertes sufridas y también en el caso contrario de llevar mucho tiempo sin renovar la vida.
Se trata de un fenómeno parecido al del mito del ave fénix pero en el cual el sujeto no sólo revive, sino que se reinventa como un nuevo sujeto.
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