Me parece adecuada como mi primera entrada (de verdad) en el blog una referencia a la responsabilidad a la que nos debemos sobre los productos de la técnica.
<< Se ha apoderado de la dirección social un tipo de persona al que no le interesan los principios de la civilización. No los de ésta o aquélla sino los de ninguna. Le interesan evidentemente los anestésicos, los automóviles y algunas cosas más. Pero esto confirma su natural desinterés hacia la civilización. Pues éstas son sólo productos de ella, y el fervor que se les dedica hace resaltar más crudamente la insensibilidad para los principios de los cuales nacen. Baste hacer constar este hecho: desde que existen las ciencias físicas (por tanto desde el Renacimiento), el entusiasmo hacia ellas había aumentado sin colapso a lo largo del tiempo. El primer caso de retroceso proporcional se ha producido a principio de nuestro siglo (S.XX). En los laboratorios de ciencia pura empieza a ser difícil atraer discípulos.(…) y esto acontece cuando la industria alcanza su mayor desarrollo y cuando las gentes muestran mayor apetito por el uso de aparatos y medicinas creados por la ciencia. (…) ¿Qué nos significa situación tan paradójica? Significa que el hombre hoy dominante es primitivo, un Naturmensch emergido en medio de un mundo civilizado. Lo civilizado es el mundo, pero su habitante no lo es: ni siquiera ve en él la civilización, sino que usa de ella como si fuera naturaleza. El nuevo hombre desea el automóvil y goza de él, pero cree que es fruta espontánea de un árbol edénico. En el fondo de su alma desconoce el carácter artificial, casi inverosímil, de la civilización, y no alargará su entusiasmo hasta los principios que los hacen posibles. (…)
Decía yo que asistimos a la “invasión vertical de los bárbaros” (…) El hombre-masa actual es, en efecto, un primitivo, que por los bastidores se ha deslizado en el viejo escenario de la civilización. (…)
Voy, pues, a la advertencia de que el actual interés por la técnica no garantiza nada, y menos que nada, el progreso mismo o la perduración de la Técnica. Bien está que se considere la Técnica como una de las características de la “cultura moderna”, es decir, de una cultura que contiene un género de ciencia, el cual resulta materialmente aprovechable. (…)
Pero el hombre-masa no atiende a razones, y sólo aprende en su propia carne. (...)
Habrá quien se sienta más sobrecogido por otros síntomas de barbarie emergente que, siendo de cualidad positiva, de acción, y no de omisión, saltan más a los ojos y se materializan en espectáculo. Para mí es éste de la desproporción entre provecho que el hombre medio recibe de la ciencia y la gratitud que le dedica (que no le dedica) el más aterrador. (...)
El europeo que empieza a predominar sería, relativamente a la compleja civilización en que ha nacido, un hombre primitivo, un bárbaro emergiendo por escotillón, un “invasor vertical”. >>
*Extracto de "La rebelión de las masas" (1931) de José Ortega y Gasset
Resultaría curioso poder ver qué pensaría Ortega y Gasset de las comunicaciones de hoy, que son un eje fundamental de la técnica. Frases como "...esto confirma su natural desinterés hacia la civilización" hacen reflexionar sobre la relación de uno mismo con las cosas. ¿Hasta qué punto la técnica nos "aumenta"?
ResponderEliminarEres mi primer comentario Alp! La técnica nos hace hoy "superhumanos" o humanos "aumentados". La historia se encargará de juzgar las secuelas sociales/culturales/ambientales del dopaje.
ResponderEliminarMola un montón que hayas pillado la relación con las comunicaciones e internet :)
ResponderEliminarÉste es un tirón de orejas hacia la responsabilidad y conciencia. Aunque es flipante pensar lo desperdiciado que está todo el potencial que tiene la red y los pasos que se están dando hacia la riqueza de uso y complejidad del tejido.